La actriz mexicana compartió con los universitarios su experiencia contra el cáncer, a través de la charla La vuelta da muchas vidas
“No todas las historias son de éxito, pero siempre hay que luchar”, con esta frase la actriz y productora de cine, teatro y televisión Patricia Reyes Spíndola concluyó su charla La vuelta da muchas vidas, a través de la cual compartió con los universitarios su experiencia con el cáncer, en la cual estuvo acompañada de la directora de Comunicación Institucional, Edwins García Hernández, en representación de la Rectora María Lilia Cedillo Ramírez.
“Hay que luchar y luchar; no dejarse vencer ni en el último momento”, fue su mensaje final a mujeres y hombres, estudiantes, directivos y académicos reunidos en el Salón de Seminarios de Ciudad Universitaria, donde narró el proceso que vivió a partir de ser diagnosticada con cáncer de mama el 11 de noviembre de 2011.
La actriz, quien ha actuado en más de 50 películas y ganado cuatro arieles, entre estos a Mejor Actriz por Los motivos de Luz y La reina de la noche, recordó que octubre es el mes destinado a concientizar y sensibilizar sobre este mal por el cual mueren más de 500 mil mujeres en el mundo y alrededor de 8 mil en México.
Frente a estas cifras, subrayó también “que miles de mujeres ganan la batalla contra el cáncer”, algo que las estadísticas oficiales no refieren. Por ello, inició su testimonio afirmando que la prevención es, en gran medida, el factor que hace que el cáncer no sea sinónimo de muerte.
Esta plática -dijo- tiene como propósito “sembrar la semilla para hacer conciencia y hacernos responsables de nosotras mismas”. Si bien planteó algunos saberes populares, como aquello de que la vida es destino, “mata más la ralla que el rayo”, transmitió algunos consejos: hacer un hábito de la autoexploración y la inspección visual, realizarse exámenes de detección y mantener la alerta sobre algunas señales de la presencia de cáncer de mama -el más común entre las mujeres mexicanas-, como venas crecientes, piel anaranjada, asimetrías y hendiduras.
El público también se permitió compartir experiencias como la evasión, el miedo y la culpa que se experimentan tras un diagnóstico de cáncer; el coraje y la frustración; así como la pregunta ¿por qué a mí?
Ante ello, la actriz de 71 años de edad, nacida en la Ciudad de México, refirió: “debemos aceptar que nuestro cuerpo pasa un mal momento y respetarlo, para que así los demás lo respeten”. Debemos, insistió, ocuparnos de nosotras mismas y ser valientes. Y en este proceso -subrayó- el apoyo de la familia y de los amigos es vital, así también la fe: “Yo sí creo en los milagros”, finalizó.
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