Con tres décadas de experiencia como profesora en las áreas de ciencias exactas, la maestra de la preparatoria regional Simón Bolívar habla de sus experiencia y satisfacciones
En México, 1.7 millones de personas se dedican a la docencia en todos los niveles; destaca la presencia de las mujeres en la mayoría de los puestos en educación básica (salvo en los planteles indígenas), pero esta tendencia se revierte en educación media superior, donde la participación femenina es menor a la de los varones en planteles federales, estatales y autónomos, no así en las escuelas privadas, esto de acuerdo con estadísticas continuas de la SEP.
Guillermina Sánchez López es parte de ese porcentaje de docentes mujeres de nivel medio superior. Ella se desempeña en la preparatoria regional Simón Bolívar de Atlixco de la BUAP, como miembro de la Academia de Matemáticas, donde imparte materias como Álgebra, Geometría, Estadística y Cálculo, entre otras relacionadas con el área de ciencias exactas.
“Mi objetivo siempre es tratar de que mis estudiantes conozcan las matemáticas, pero no sólo que aprendan a realizar operaciones, sino que vean la finalidad y aplicación, es decir, que descubran que las matemáticas no son tan abstractas o tediosas como a veces se piensa”.
La maestra Guillermina, con tres décadas de experiencia como docente, refiere que a lo largo de todo este tiempo ha tenido la satisfacción de que una gran cantidad de sus alumnos regresan y le dan las gracias por lo que aprendieron, pues les fue útil para continuar con sus carreras profesionales.
Desde 1990 la maestra Guillermina Sánchez inició su labor en las aulas de escuelas particulares y posteriormente ingresó a la BUAP. Hace ocho años tuvo la oportunidad de estudiar la Maestría en Educación Matemática, una experiencia que a su juicio le cambió completamente la visualización de sus clases y la forma de impartir su materia a través de proyectos, para que sus estudiantes lograran un aprendizaje real.
Parte de su trabajo consiste en impulsar vocaciones y la superación en sus estudiantes, por ejemplo convoca y acompaña a estudiantes para que participen en competencias y olimpiadas de Matemáticas, ciencias y ferias del conocimiento, una de ellas organizada por la preparatoria Benito Juárez, donde sus alumnos han obtenido primeros y segundos lugares. En la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas también colabora, dentro del Cuerpo Académico de Probabilidad y Estadística, específicamente con el doctor Dionisio Zacarías Flores, con quien también prepara a estudiantes.
-¿Por qué eligió ser maestra?
—Soy Química Industrial egresada de la BUAP y desde niña tuve la inquietud de ser profesora, porque mi madre lo era, también mis tías; era la profesión de las mujeres en mi familia y entonces también quería serlo, aunque mis papás trataron de que no fuera así porque me convencieron para que estudiara Química Industrial, donde tuve maestros como María Eugenia Lara o el doctor Santiesteban, quienes nos sembraron una idea o inquietud de ser docentes, de dedicarnos a esta labor. Al terminar probé suerte en la industria, pero después preferí dar clases y así pude percibir la diferencia entre lo que realmente me causaba emoción y satisfacción, eso precisamente era dar clases.
-¿Cómo ha cambiado su labor en la pandemia? —Ahora tratamos de dar ese cambio de la enseñanza presencial a lo digital, por ejemplo me apoyo mucho en Teams, pero al inicio lo que más sufría era el trabajo colaborativo, porque mi dinámica en el aprendizaje se basa en proyectos, dinámicas grupales, pero con lo que pasó hay que adaptarse a otros esquemas como el Breakout Rooms, una herramienta con la que puedo tener una distribución de salas desde mi videoclase, con eso puedo mandar a mis estudiantes a las videosalas específicas de cada equipo. Eso es genial porque me ha permitido trabajar otra vez por equipo, aunque sea de forma virtual.
Al inicio nos costó mucho trabajo, pero aprendimos mucho y justamente creo que esa es la importancia del docente: la actualización, porque no importa cuántos años lleves dando clases, siempre tenemos algo nuevo que aprender.
-¿Cómo define a sus estudiantes, son los mismos de siempre?
—Creo que ahora todos somos diferentes porque pasamos por situaciones difíciles, muchos experimentamos pérdidas, pero hay que salir de ese miedo que da la convivencia. Pienso que si a mí, que soy una persona ya formada, la pandemia me pegó fuerte, imagino cómo les afectará a mis chicos, cuando ellos lo que quieren es ver y estar con sus amigos, sus novias o novios, platicar, convivir, irse de fiesta, y no pueden hacerlo. Es difícil porque aunado a toda esta situación de fallecimientos de padres, abuelos o personas allegadas, ahora dentro de todo el trabajo que hacemos también nos toca curar sus corazones, sus almas, tenemos que motivarlos a pesar de que las condiciones no sean tan favorables en algunos momentos.
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